miércoles, 2 de noviembre de 2011

De colores

Sé que crees que estoy muy rosada, te equivocas.
Rosado sería decirte como hace mi corazón cuando su mano agarra la mia, como se siente cuando nos tocamos por accidente, cuantas veces puso su mano en mi cintura la última vez que nos vimos, como se siente su barba en mi mejilla, cuanto me encanta la cicatriz de su ceja, cuantos segundos duró nuestro último abrazo, dondé está mi lunar favorito, cuantos besos me dió en la frente y cuantos le dí en la nariz.
Así que ya ves, no me acuses de ser rosada cuando apenas estoy pasando de gris a blanco.

De dolores de cabeza

Yo catalogo mis dolores de cabeza.
Lo sé, suena raro, pero lo hago.
Tengo dos categorías, piedras y burbujas.
Las burbujas no pesan, solo son molestas. Terriblemente molestas, pueden durar dos días completos, y no hay advil que valga. La ventaja es que son pequeñas, siempre. Son burbujas porque se mueven, es en serio, se mueven de un lado a otro.
Luego están las piedras, esas duelen. Pesan, no se mueven y aun peor crecen. Pueden durar una hora o un día completo. Las piedras son más interesantes, porque pueden no crecer y simplemente desaparecer después de dormir, o pueden crecer en figuras extrañas que igual desaparecen después de dormir, o simplemente no desaparecer.
El peor dolor de cabeza que tuve fue hace un año, en agosto del 2010. Fue un cuadrado verde, no me pregunten cómo sé, simplemente sé, era verde y era un cuadrado. Empezó normal, sin forma definida y fue creciendo, creció y creció todo el día. Probablemente debí haberlo notado antes y no ver televisión. No lo note. Y por primera vez en mi vida un dolor de cabeza se salió de mi cabeza. Tenía un cuadrado verde con una esquina apoyándose en el hemisferio derecho de mi cabeza y el resto por fuera. El hecho de que fuera un cuadrado y verde no me dejaba apagar mi cerebro, me preguntaba ¿por qué un cuadrado? ¿por qué verde? ¿por qué nunca antes había tenido triángulos morados o círculos rojos? No lo sé. Sé que fueron dos días muy malos, que no quería salir porque pensaba ¿que tal que me vean el cuadrado? ¿cómo voy a explicarlo? Por supuesto no era visible pero no caí en cuenta de ese detalle hasta después.
La razón por la que estoy hablando de dolores de cabeza es porque anteayer me levante con uno. Y mis dolores de cabeza siempre tienen límites, tal vez no forma definida pero siempre tienen límites. Este no, por primera vez dormir no apacigua el dolor, por primera vez tengo tres días con un dolor de cabeza. Tres días. Ayer no pude abrir mi ojo derecho, me dolía intentarlo. Llevo tres días con una cosa blanca que crece, se sale de mi cabeza y sospecho que va a seguir creciendo, temo por mi vida, por mi cabeza ¿qué tal que este solo sea una advertencia? ¿que cada año simplemente empeoren? ¿que algún día crezcan hasta volver todo mi cuerpo inútil? ¿qué pasa entonces?

martes, 1 de noviembre de 2011

De colores

A veces me pregunto porque soy tan rosada.
En serio, me paro frente a un espejo y me digo ¿acaso no ves? ¿en que mundo estás parada? ¿no has visto suficientes corazones rotos? ¿necesitas más ejemplos de vida? ¡eres una ilusa! ¿cómo puedes seguir creyendo en estupideces?
No sé la respuesta.
A veces me digo que es porque soy una buena chica y si existe una, entonces debe existir un buen chico ¿no? pero nadie asegura que sea para mi.
Otras veces me digo que no importa, si creyera lo contrario ¿cambiaría en algo mi vida? ¿acaso empezaría a acostarme con cualquiera o a tener todos los novios posibles si no tuviera la cabeza llena de pendejadas?
Otras veces la respuesta es sencilla, tuve suerte con mi primer novio y si sucedió una vez ¿por qué no creer que  puede suceder otra? pero el hecho de que suceda una vez ¿no disminuye las posibilidades?
Otras veces me miro fijamente al espejo y me pregunto ¿realmente quiero un novio?
Otras veces simplemente sé que esa parte rosada es tan mía como la negra, que solo porque me apene y la niegue no la hace menos mía, que sin importar cuanto pretenda no me abandona, y a ella no le importa que no la deje salir a menos que esté sola. Es mía.
Y tal vez no consiga nunca respuestas, tal vez no consiga tener suerte de nuevo, tal vez todas las personas importantes que iban a entrar a mi vida ya entraron. Sí, tal vez. Pero no cambia nada.
Sigo siendo rosada, sigo siendo negra, sigo siendo azul, verde y morada, sigo siendo yo, tonta, pendeja, estúpida, romántica, enamorada, sigo escribiendo en cuadernos, archivos de word y blogs, sigo estando perdida, en medio de un laberinto, sin ver una salida, pero más que todo sigo creyendo.
Independientemente de que tan estúpido que sea.