Me gusta escribir.
En particular me gusta escribir historias. Especificando aún más, me gusta escribir la mía, en parte para esclarecer detalles que de otra manera son borrosos y en parte para releer.
Y de una u otra manera tú fuiste un personaje principal en la mía.
Y ya que estoy aclarando más de lo que debo, esto lo escribí hace mucho, cuando eras no solo el protagonista principal sino la mitad de la historia.
Y qué pasa si te digo que tu eres mi historia?
La que escribo a diario.
La que todos los días reescribo y todas las noches releo.
Mi historia sin fin porque soy incapaz de ponerle un punto final, porque escribo continuaciones que aún no sé si mejoran o empeoran la historia original pero debes disculparme y entenderme, soy incapaz de dejarte de escribir, de no describirte en mi cabeza y en el papel hasta que haya memorizado cada lunar y cada punto, cada región de tu cuerpo y cada pensamiento de tu cabeza.
Discúlpame por escribir sin parar y no ponerle punto final.
Aún así debes entenderme, cada vez que me tocas te conviertes en palabras, pones en mi mente mil historias que me gustaría contar, un millón de palabras para describir mil situaciones, mil historias en mil universos distintos, con las mismas dos personas de este universo.
En el momento en el que entras en mi mundo te conviertes en una historia por contar.
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