lunes, 29 de octubre de 2012

De eternidades

Y un día sin previo aviso entiendes la sutil diferencia entre las cosas que duran para siempre y las que no. Sin planearlo, sin pensarlo, simplemente te das cuenta.
La diferencia entre las cosas que se piensan siempre en pasado aun estando en presente y las cosas que se piensan siempre en futuro a pesar de no existir uno todavía.
Un día te das cuenta de que no estás haciendo planes de respaldo, no estás  revisando la fecha de caducidad, no te preocupas por un mañana porque hay un hoy que disfrutar, no estás intentando pelear contra el destino para mantener pegadas cosas que están rotas.
Un día entiendes sin más la palabra eternidad y te asustas. Durante una fracción de segundo piensas en huir, en correr hasta que no te den las piernas o te quedes sin aire. Luego encoges los hombros y te das cuenta de que no te lo perderías por nada del mundo.
Un día te empiezas a reír y no entiendes como pudiste obsesionarte por cosas tan triviales como la duración de algo.
Cada vez que te enamoras es para siempre, lo sabes, sabes que esta vez va a durar para siempre, por lo menos hasta el próximo corazón roto.

sábado, 13 de octubre de 2012

De cosas que fueron, son, serán

Ella necesitaba lo único que el no podía darle, tiempo.
Mi parte favorita de ti son tus abrazos. Siempre lo fueron.
Tienes permiso para meterte en mi vida solo si no planeas acapararla toda.
¿A los cuantos intentos te rindes?



De temores

Tengo miedo.
Ahi lo tienes, lo dije.
Estoy muerta del miedo
Pero aún no entiendo como confiar en las palabras.
Me acostumbré a desconfiar, catalogué todas las palabras como falsas. Dejame especificar.  Todas esas palabras las catalogué como mentiras.
Si alguien las dice está mintiendo.
Sé que no es así, pero entiendeme, o no lo hagas, dudo que cambie algo.
Era más sencillo de esa manera, más sencillo que creer que lo sentimientos existieron y que así como aparecieron se desvanecierón. Era más sencillo que culparme por haber perdido algo que en algún momento me hizo feliz, porque la culpa siempre la cargan dos.
Me convencí de que era imposible que algo así sucediera dos veces.
Me dije que no valía la pena, ni el riesgo, ni yo, la cosa rota por antonomasia.
Y ahí estás tú, demostrandome mi error.

De cuando algo se rompe.

En el futuro recordaría esa noche como el momento en el que se rompió algo.
No supo qué, ni cómo, estaba más preocupada por determinar si era el sonido de algo que se rompe para siempre o por el contrario una rotura por donde escapan cosas mejores.
Sabía que algo había pasado esa noche, tal vez había sobrepasado la cantidad de locura que él estaba dispuesto a tolerar, tal vez él había sido demasiado seco y demasiado parco en el peor momento posible, tal vez ambos soltaron al tiempo sin darse cuenta, sin entender que no podrían aferrarse el uno al otro de aquí en adelante.
Tal vez estaba siendo dramatica, lo cierto es que cuando se despidieron, cuando él puso su mano en su cintura y sus labios sobre los de ella, se le aceleró el corazón. Pudo sentir el calor de su mano sobre su cintura tiempo después de él haberse ido.
Bueno, a quién engañaba, su especialidad siempre había sido hacer tormentas en mares de lagrimas y huracanes en vasos de agua.