lunes, 29 de octubre de 2012

De eternidades

Y un día sin previo aviso entiendes la sutil diferencia entre las cosas que duran para siempre y las que no. Sin planearlo, sin pensarlo, simplemente te das cuenta.
La diferencia entre las cosas que se piensan siempre en pasado aun estando en presente y las cosas que se piensan siempre en futuro a pesar de no existir uno todavía.
Un día te das cuenta de que no estás haciendo planes de respaldo, no estás  revisando la fecha de caducidad, no te preocupas por un mañana porque hay un hoy que disfrutar, no estás intentando pelear contra el destino para mantener pegadas cosas que están rotas.
Un día entiendes sin más la palabra eternidad y te asustas. Durante una fracción de segundo piensas en huir, en correr hasta que no te den las piernas o te quedes sin aire. Luego encoges los hombros y te das cuenta de que no te lo perderías por nada del mundo.
Un día te empiezas a reír y no entiendes como pudiste obsesionarte por cosas tan triviales como la duración de algo.
Cada vez que te enamoras es para siempre, lo sabes, sabes que esta vez va a durar para siempre, por lo menos hasta el próximo corazón roto.

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