domingo, 20 de febrero de 2011

Huí.

Sabía que iba a hacerlo pero pensé que tendría más tiempo, pensé que mi instinto de supervivencia (sí, yo decido llamarle instinto de supervivencia) se demoraría más, me daría más tiempo, por lo menos esperaría a que las cosas se pusieran más complicadas antes de decidir huir, pero esa es la cosa, cierto?
¿Por qué esperar a que se compliquen?
¿Por qué esperar sabiendo de antemano que no hay nada por ganar?
También sabía que no iba a perder nada, sabía yo y mi instinto de supervivencia también, sabíamos que no había nada para perder.
Eso lo hacía fácil, lo hacía un juego divertido, lo hacía entretenido, porque no había nada por perder o ganar, sólo era un juego, el problema es que se sentía injusto, el problema es que se iba a complicar, el problema, el verdadero problema, es que aun cuando ahora no había nada por perder, lo iba a haber si seguía jugando.
Y ahora mismo, en este momento de mi vida y a corto plazo, no hay nada que yo quiera lo suficiente como para arriesgarme a perder lo poco que tengo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario