A veces me pregunto porque soy tan rosada.
En serio, me paro frente a un espejo y me digo ¿acaso no ves? ¿en que mundo estás parada? ¿no has visto suficientes corazones rotos? ¿necesitas más ejemplos de vida? ¡eres una ilusa! ¿cómo puedes seguir creyendo en estupideces?
No sé la respuesta.
A veces me digo que es porque soy una buena chica y si existe una, entonces debe existir un buen chico ¿no? pero nadie asegura que sea para mi.
Otras veces me digo que no importa, si creyera lo contrario ¿cambiaría en algo mi vida? ¿acaso empezaría a acostarme con cualquiera o a tener todos los novios posibles si no tuviera la cabeza llena de pendejadas?
Otras veces la respuesta es sencilla, tuve suerte con mi primer novio y si sucedió una vez ¿por qué no creer que puede suceder otra? pero el hecho de que suceda una vez ¿no disminuye las posibilidades?
Otras veces me miro fijamente al espejo y me pregunto ¿realmente quiero un novio?
Otras veces simplemente sé que esa parte rosada es tan mía como la negra, que solo porque me apene y la niegue no la hace menos mía, que sin importar cuanto pretenda no me abandona, y a ella no le importa que no la deje salir a menos que esté sola. Es mía.
Y tal vez no consiga nunca respuestas, tal vez no consiga tener suerte de nuevo, tal vez todas las personas importantes que iban a entrar a mi vida ya entraron. Sí, tal vez. Pero no cambia nada.
Sigo siendo rosada, sigo siendo negra, sigo siendo azul, verde y morada, sigo siendo yo, tonta, pendeja, estúpida, romántica, enamorada, sigo escribiendo en cuadernos, archivos de word y blogs, sigo estando perdida, en medio de un laberinto, sin ver una salida, pero más que todo sigo creyendo.
Independientemente de que tan estúpido que sea.
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