A veces ser lector se siente mejor que ser escritor, porque un escritor escribe, esperando que tal vez alguien en algún lugar del mundo no solo lo lea sino que se identifique, que se enamore, que sienta, que devore cada palabra como si de ella dependiera su supervivencia, sin saber nunca con certeza que algo así sucedió. Decía que soy muy afortunada porque cada "relato corto" como lo define la contra-caratula del libro me habla, cada palabra, cada frase me señala algo que había dejado olvidado, algo que por distracciones mías olvido...
Envidio a Angeles Mastretta, envidio su capacidad de sintetizar tantos sentimientos, su capacidad de enfocarse en uno solo y lograr un "relato corto" que me habla, como si fueran las historias de una tía.
Al final del día sé que se ha vuelto lectura obligada, que podría repetirme sus relatos una y otra vez, que sé que lo voy a hacer.
Lo realmente maravilloso de ser un lector, es que hay tantos libros que te pueden hacer sentir como en casa y sabes que mientras los tengas cerca, da igual en qué lugar del mundo estés, tienes a un amigo cerca.
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